martes, 9 de diciembre de 2014

imaginando cómo podría ser hacer un cambio. 
Cambiar la realidad, bien conocida, y, en vez de caminar, salir volando.
Lagarto amarillo.


‘Déjate de tonterías que, desde que predecimos el final, supimos que el principio no era más que pura sexo’, le dijo.

Sé reírme por dentro y tú ni si quiera te sabes el camino de vuelta;
pensó ella.

Tiene tantas ganas de llorar que ni se ha parado a mirar el paisaje.

Tiene las rodillas llenas de moratones disecados y un par de hostias que darle a la vida.

Nunca supo escucharla y, al final del final, tampoco quiso.

Era solo desgaste y decepción y tenía la polla demasiado pequeña para su gusto;
pero le ha escrito más veces de las que se ha escrito a ella;
se ha dejado el pelo largo y encima le importa una puta mierda no importarle a nadie.

Sigue entera, de pie, como si el aire que le despeina y las hojas que le cortan el paso, no existieran; 
como si los charcos que pisa, fuesen de cristal y los siete años de mala suerte la quisiesen a ella.

Son las 23:35 y hace frío; tiene más excusas para no salir de la cama que ganas para salir de ella. Misma.

Ha venido aquí a morir y ya no amanece violeta, tiene una herida de bala en los días que gastó contigo; 
y ahora solo se lamenta de haberse enamorado de su monstruo, de su piedra, de un hijo de puta.

Tampoco sabe qué se siente cuando una gana la partida y cumple el deseo y encuentra un trébol de cuatro hojas al que no se le cae un pétalo de vergüenza.

Comprenderás que, entonces, no entiende eso de la empatía, ni el sexo con caricias, ni las cosquillas, ni los besos en la nariz.

Es reincidente de caídas por exceso de velocidad, en tragarse el corazón pero no vomitarlo nunca.

Querer morirse y no hacerlo es cuestión de un bolero de diferencia.

‘A la tercera me doy por vencida’; y ya van cuatro-cientas.

No es que no quiera es que no se quiere y no llega a sacarse el puñal que se clavó el día que empezó a dormir con la ventana abierta por si se te ocurría volver.

Porque ‘volver’ suena fatal; pero si no vuelves, al menos, cierra la ventana;
que se me van a congelar las penas.

‘Sigo confundiendo los golpes con caricias: a cualquiera, en mi lugar, le gustaría ser otra.

Lo piensa cada noche, pero no se lo dice.



domingo, 26 de octubre de 2014





Te vas a girar cualquier noche en la cama y te vas a encontrar con todas las caricias que no te di.

Un día te mirarás al espejo y verás en tus ojos todo el dolor que un día me regalaste.

Vas a lavarte la cara, queriendo quitarte la culpa de encima y te vas a creer, por un momento, que lo has conseguido.

Después te vestirás con la ropa que un día yo te arrancaba sin tocarte; te pondrás esa camiseta que tanto te gusta y los vaqueros rotos, que se te caen a pedazos; soñando que me peleo con tu cinturón para desabrochar las ganas que tienes de follar cada mañana.

El café te va a saber más amargo de lo habitual; no estaré yo encima de la mesa comiéndote el cuello mientras te endulzo la vida con alguna que otra sonrisa entre dientes.

Se te va a olvidar cerrar la puerta con llave; esa que yo he abierto tantas veces para no volver, pero he cerrado otras tantas para no perdernos.

Tendrás que pasar por delante del bar de siempre. Con los de siempre. Pero sin mí. Cerrarás los ojos para no ver mi ausencia reluciendo en todos los escaparates de Gran Vía.

La rutina te comerá, pero nunca como yo.

El trabajo te asfixiará, la corbata te ahogará y los papeles te amputarán esa poca energía que te queda para dar los buenos días.

Te reirás de algún chiste malo; y entre carcajada y carcajada, verás mi cara mojada como aquel día que nos llovió por dentro.

Abrirás el primer cajón y encontrarás la foto que no nos hicimos porque nos enamoramos de un instante que no hacía falta inmortalizar porque prometimos que nunca lo íbamos a olvidar;
descubrirás debajo de todas las carpetas, esa factura de aquel hotel de la noche en la que nos desvivimos porque, literalmente, se quedó allí un poco de nosotros impreso en las paredes de esa habitación blanca que rezumaba insomnio por todas partes.

Saldrás corriendo de ese trabajo inútil y cogerás el coche destartalado que tantas veces nos dejó tirados en esas carreteras perdidas de tu mano y verás a la nostalgia sentada de copiloto susurrando mi nombre.

Irás corriendo, sin mirar, fijándote en la nada que te espera delante de todo lo que te rodea creyendo que al final de ese túnel oscuro y sombrío vas a encontrar un poco de luz que ilumine esas noches en vela.

Caerás en el sofá, desplomado, con las ganas por la bragueta y cerrarás los ojos mientras metes tu mano en los pantalones para masturbarte por sexta vez antes de desmoronarte en la cama para dormir tres escasas horas y tener que volver a abrir los ojos y enfrentarte, otra vez, a ti mismo.

Te girarás, como todas las mañanas, y verás los besos en la almohada y los orgasmos que me robaste; chocarás con la felicidad que nos faltó y te preguntarás cuántas noches más tendrás que aguantar el peso de tu conciencia, mi presencia indirecta en tu cama, el olor a sexo que desbordan los cajones, la ausencia de ropa interior por el suelo…

Y entonces te verás sin mí y dudarás cuántos abrazos habrían hecho falta para que me quedara una vida más contigo.

Te darás cuenta de que, a pesar de las volteretas, nunca supiste estar a mi altura y pensarás ‘ojalá no hubiese dormido nunca solo por no perder ni un solo minuto contigo’.

Y sentirás, de repente, que la vida murió el día que me dejaste marchar.

jueves, 4 de septiembre de 2014


Una de esas veces que se repiten siempre en que todo se convierte en nada y quieres que nada te importe en absoluto; 
quizá es una de esas veces en las que la percepción del tiempo es nula
y medimos los días por las horas que nos faltan de sueño -s-.

Decidir ahogarte debajo de cualquier libro y saber mantener la respiración fuera de ellos.
Guardar silencio porque todo lo que puedas decir es como un puñetazo en tu propia boca.

Procesar la dulce indiferencia que te provoca el mundo incómodo que te rodea.
Disimular porque lo que viene es invariable y el factor siempre es el mismo.
Provocar sonrisas al espejo para morirte del gesto.


Perderlo todo para no perder más.
No creer ni en lo que ves.
Recibir golpes y que ninguno sea de suerte.
Morirte de ganas de huir pero no irte por no tener que volver.
Estrellar tu vida contra el suelo.
Querer en bajito.
Estar bien o de verdad.
Llenar el vacío con más vacío.
Buscarte las cosquillas y encontrarlas jugando con la tristeza.

Ponerte un cartel en el pecho de ‘no molestar’

Porque-no-te-da-la-gana
nadie.

Y en plural, tampoco.

viernes, 29 de agosto de 2014




Imagina una chica desnuda enfrente de una ventana rota;
con unas tijeras en la mano apunto de cortar con todo el pasado que es más tormento que tormenta de verano.

Imagina a esa chica desnuda enfrente de un espejo, admirando la belleza frágil y descontenta de su cuerpo delgado y extremadamente delicado lleno de cicatrices imperceptibles a la vista pero palpables al tacto.

Esas cicatrices abiertas y desvestidas de todo recuerdo,
ahogadas en alcohol cada noche y redimidas en los amaneceres en los que se hartaba de recibir golpes, 
pero ninguno de suerte.

Golpes en forma de cartas, de canciones envenenadas y llamadas telefónicas desprovistas de dulzura y repletas de todo el miedo y la rabia, y el tiempo, y el frío, y la tristeza, y la apatía de esos últimos meses en los que no sabía dónde había dejado la ilusión que no encontraba donde estaba siempre: su boca.

Había sido una chica feliz, condenada a pasar el resto de su vida sonriendo y ahora andaba cabizbaja, con la suerte por los tobillos y preguntándose si esta mierda de mundo era merecedor de unas lágrimas como las suyas, 
llenas de muerte pero que regaban las flores que crecían a su paso.

'Valiente hija de puta’ se repetía cada vez que pensaba que se habría tirado por cualquier precipicio con tal de un beso más;
se mordía los labios para matar las ganas y el sabor metálico de la sangre invadía las heridas y se extendía rápidamente por toda la boca; 
dejando en su paladar un sabor a desesperación que rozaba la incomodez de tener que seguir respirando.

Se había visto pocas veces en esa situación:
querer romper todos los espejos para cortarse con los cristales,
con la mierda tan hasta el cuello que se ahogaba de pena, 
tan vacía de todo que solo estaba llena de ruido,
asfixiada por la soledad de tener que dolerse otra vida más,
inventando noches para salvar días.

Y de repente se descubrió con la sensatez en la garganta y las manos llenas de sentimientos quieréndose suicidar; 
pensó que era mejor dejarlos morir antes de que la matasen a ella...



miércoles, 13 de agosto de 2014

Ángel negro





A todos mis males; angustia, ansiedad, pánico, conductas maniáticas, paranoias... 
A las señoras pastillas, a los psiquiatras, terapeutas y psicólogos... 
Que os den. 

No necesito vuestra ayuda.
 Esta mierda que desde hace unos meses me está ocurriendo va a desaparecer ya. 
No quiero ni pastillas ni loqueros. 

Todas esas sombras oscuras que han llegado sin permiso para quedarse y me atormentan sin saber por qué en un determinado momento del día se van a ir ya, no tienen permiso para seguir alimentándose de mi tristeza y angustia y hacerme mierda. 

Mi mente dice basta! Voy a ser más fuerte que este tormento repentino que ha llegado. 
No quiero pastillas que me hagan dependiente y obediente. 
Esto es algo entre mi parte de la mente oscura y yo que nadie más puede solucionar. 

Así que desde ya, te declaro mi firme decisión de ganarte la batalla. 

jueves, 17 de julio de 2014

Yo

Y de nuevo, otro fracaso…

Pero esta vez, he comprendido muchas cosas:

He comprendido
que no soy lo que quiero
ni quiero lo que soy.

He comprendido
que de mis propios pies nacen las zarzas
que me causan las heridas al andar.

He comprendido
que a pesar de un par de duros golpes
por parte de la vida,
puede que haya sido yo
quien ha imantado mi fortuna…
pues electrizando el aire con tanto pesimismo,
con mis ojos tan cargados de iones negativos,
es normal
que los cuervos se vieran atraídos.

He comprendido
que soy por tanto un perdedor,
porque prefiero echarle culpas
a las piedras cuando caigo,
cuando el problema está
en que siempre voy mirando atrás.

He comprendido, pues,
que a veces es la forma en que caminas,
y no el camino,
lo que te hace tropezar.

Pero lo peor es que sabiendo todo esto,
sigo aplastado bajo el peso de mí mismo;
pues no encuentro la manera de romper lazos con la luna…
No consigo reaccionar.

Ya sé que pocos gustan de leer
un poema tan lleno de imbecilidad y patetismo;
un poema que no trasmite confianza, seguridad ni esperanza,
o que no ofrece al lector
la cabeza de sus propios recuerdos
en bandeja de papel…

Pero necesito escribirlo,
porque estas sombras no se espantan
con un par de días en que todo salga bien,
ni con unas palmadas en la espalda,
ni aunque me digas a la cara
que espabile;
que soy un idiota, un llorón,
o un cobarde…

Lo asumo y entiendo todo ello:
la verdad ya no puede aceptar más sobornos
por parte de mi orgullo.

Mi único talento ha sido
mantenerme a flote
con los pies hundidos en cemento,
a costa de parasitar a quienes me quieren,
y buscar que me sigan soportando
para evitar que pase
lo que tiene que pasar.

Pero en fin, aquí sigo…
Tragando niebla negra.
Y silencio.

Sólo para ti.

miércoles, 16 de julio de 2014

De destrozos están las camas llenas, pero te he encontrado entre toda la mierda de este mundo y no pienso soltarte la mano aunque me pidas que te acaricie porque quiero volar contigo sosteniendo éstas inmensas ganas de hacerte cosquillas hasta que me mates de risa.

Me he mirado ésta mañana en el espejo y te he encontrado en mi pelo lacio, despeinado, enredado; manteniendo el equilibrio para brotar en mi pecho, 
para quedarte en mis clavículas; 
asumiendo el riesgo de que el 'pero' sea mi palabra favorita.

Tengo el punto de gravedad en tu ombligo y el miedo a ser valiente contigo por todos los que no han sabido serlo conmigo.

He visto un cuerpo húmedo y frío en la bañera; era yo,

sin ti.
Pero sonríe, joder, que todavía nos quedan muchas promesas que romper.
Y me parecen pocas.

Contigo la vida es menos larga y temblar se ha convertido en mi juego favorito desde que nos metemos mano en los autobuses y siento que tu erección es la dirección correcta.
No tengo ni idea del amor, pero sé que no necesitamos la distancia para acercarnos,
y sé que tus susurros suenan a guerra en mi espalda y sin previo aviso te pones más caliente que el sol cuando se asoma por mis ojos.

Cuando el amor falla lo único que quedamos somos nosotros follando.
Desnudos,
expuestos,
deshechos.

No dejes de sonreír mientras te corres porque eres la respuesta más acertada a la pregunta que no me hago y porque todas las cornisas se mueren de ganas de que te tires desde ellas.

Encima de mí.

Sé que suena raro, pero peor suenan las canciones cuando no me recuerdan a ti, quédate quieto que te disparo al corazón antes de tropezarnos con la ausencia de alguno de los dos y no podamos evitar pensar que nos hemos equivocado.

'Vamos a rompernos en mil pedazos, y a saltar por los aires' -me dices.
'Eres la diana perfecta'- pienso.

Tienes los pies fríos y yo un par de calcetines.
A lo mejor el amor es eso.
Pero mientras lo averiguamos, no pierdas la costumbre de ser mi viernes favorito de la semana.

miércoles, 9 de julio de 2014

Amargo ser




Su mente es un laberinto, agonía constante, inseguridades constantes, miedos constantes. 

Él por dentro es negro, podrido, seco.
Está perdido, arto, exhausto de correr y no avanzar.

Arto de chocar siempre contra el muro
Reniega al mundo cada acto, inconformista por naturaleza.

Cínico por consecuencias. 
Retorcido y amargo.
Arto de palos. Lo han hecho un ser negro, podrido, seco. 

Él es el caos en persona. 
Él no desprende luz, en su pecho tiene un enorme agujero negro que lo absorbe a si mismo

Es capaz de convertir todo lo que toca en caos

          Él estaba, ya no está.

martes, 8 de julio de 2014


Y yo me rindo, me quedo aquí a bajo.



Frágil. 
Hasta las sabanas hacen daño.
El roce con el colchón se convierte en dolor.

Y vuelvo a estar ahí a bajo, en el pozo. 
Oscuro, silencio ensordecedor.
La nada y yo. 
Estoy a bajo del todo, no me importa lo que haya arriba. 
Vuelvo a estar ahí a bajo, en el pozo.
Sola, oscuro, desnuda.
La nada y yo.

Frágil.
He vuelto a caer.
Sola, oscuro, desnuda.
Nada.

Frágil.
He vuelto a caer y no tengo fuerzas para levantarme. 
El dolor es tan grande que desaparece, y me conformo, me agrada, estoy bien.

Nada puede ser peor que el infierno y la nada oscura de aquí a bajo. 
El dolor va enmudeciendo.
Más es menos.
Me conformo, me agrada, estoy bien.

A veces casa es el infierno, oscuro y muy frío. Y yo me rindo. Me quedo aquí a bajo.

Sola.
Desnuda.
Frágil. 
Oscuro.
Nada.

domingo, 29 de junio de 2014

Te siento como pájaro en jaula
reteniendo cualquier oportunidad de
dejarme echar a volar en tu boca.
Boca de sábana
de desayuno a las tres de la tarde
de ojeras de ego
y sabor a orgullo
(a orgulloso sexo).

Y que el amanecer lo vean otros que
hayan dormido toda la noche,
que a mí me sobran sueños
y me falta realidad que convertir en tu espalda.

Permíteme sentirte en verso
y besarte las entrañas
que nosotros siempre hemos sido de llevarle la contraria al mundo
y que el mundo
nos pusiera en contra del más común de los sentidos.

Déjame beber de la espuma que
provoca la cerveza de tu barba.
Emborráchame del alcohol de tus heridas
que ya me encargo yo
de sanarte el corazón.

Corazón de acorde
bombeando melodía entre mis piernas
componiendo mis lunares
callando a punta de guitarra todo síntoma de placer
como si alguna vez hubieras respirado mi inocencia.

Broncéame la nostalgia
que el recuerdo
ya no olvida
si es contigo.

Cómo le cuento yo ahora a la almohada
que estoy en huelga de silencio
desde que no te escucho en mis gemidos.
Que me vuelvo Luna
con tus manos llenas
Y que las medias son para las naranjas
y a mí
nunca me ha gustado la fruta
si no es prohibida.

jueves, 26 de junio de 2014

Todos los días son disparo en mi cabeza.

Soy la enfermedad,
todos procurarán curarse de mí.
Todos los gilipollas se han enamorado
de la loca.
Y la locura no necesita ser amada,
quiere amar. Como una puta loca.

Besar las bocas pensando
en todas las que no está besando.
La única que quiere,
la que no apuesta un ala por
esa puta kamikaze.

          Esa de las espinas,
que nunca arranca una flor,
ahora mira como se destroza sus propios pétalos.

                                  Ella sola.

Ella sí que sabe volarlo todo por  los aires.
Su cabeza.
Y que redefinas tu forma de saber volar,
en su cabeza.

Porque todos los gilipollas
la esperan en una casa que jamás hará suya.
La maldita comodidad de los normales,
crear una familia sin un beso que les queme las entrañas.

La puta loca mirando las ventanas
que rompe,
mientras los besos no se dan
en un sillón de tristeza
dónde no follan los alegres.

Las lágrimas que derrama en su vientre
son las olas que aún no se la han llevado,
aunque lo desee constantemente,
en tu saliva.
En la que día tras día,
no la calmas.

Un jardín lleno de tus dedos,
su hospital de miradas
en una cornisa
donde mira caer a los suicidas
para no desear más estar muerta.

Y que suene la canción
que lleva cantando toda su mente,
mientras imagina
todas las historias
que haces al tiempo real.

Sus mentiras,
las que se creyó un día,
con las que jugaste,
a ser su verdad.

Su bala perdida,
buscando el arma
con la que llegar al fondo
y que vuele
sobre su tumba.

Que nadie vuelva a darla por viva
porque la vean sonreír.

A la loca,
la que un día creíste que no lo era.

Y que en sus ojos tristes,
aún queda una razón
para mirar las sonrisas
de su enfermedad;

                sus besos.

sábado, 21 de junio de 2014

Follarte el pasado y otras formas de decir adiós.






No me quedan silencios que decir,
ni portazos que dar.

Nunca he tenido valor porque siempre se lo quedaba el cobarde de al lado para no hacer nada.

Cuando decías 'todo' era 'nada' y acabó siendo muerte.
Contigo aprendí que rozar distancias es matar kilómetros y que la vida son dos caricias y una hostia continua.

Supe que contigo poner una lavadora servía para quitarnos la ropa,
quitar el polvo era echarnos todos los que nos faltaban,
y hacerte la comida significaba deshacerte entre mis manos.

Tú me enseñaste que querer olvidar es recordarte dos veces y que las cicatrices se curan con poemas y un poco de saliva entre las piernas;
mis canciones favoritas siguen siendo las mismas de antes de ti,
mi sonrisa ha destrozado las ganas de odiarte,
y yo me he convertido en la mariposa que habías ahogado.

Porque contigo aprendí que los amores que matan al final se acaban muriendo,
porque contigo descubrí que las mentiras tienen la polla muy caliente y la boca vacía de verdad.

Te encontré sin buscarte y te perdí sin quererte;
fuiste la lágrima que colmó mi vaso vacío,
planté flores muertas a tu olvido y las riego cada día mientras crezco.

El amor es una puta.
El amor es una putada que te desviste de valor, te acaricia los pies, te pone la miel en los labios, te susurra, te mete mano y acaba corriéndose en tu cara; se larga sin hacer ruido y no te llama.
Acabas enamorada del amor: ese que te hace creer para perder, el que te echa un polvo y se va, el que te destroza la ropa y te pone más triste que cachonda.
El amor es una puta;
como la vida.

Entendí que no hiciste nada porque te pudo todo,
que el mejor tatuaje es una cicatriz con un nombre,
y que el tiempo perdido es tiempo ganado para aprender que si me dejo llevar al final me encuentro a mí.

Quise por encima de todas las ganas que me quitaste,
fuiste la paz de mi guerra,
fuiste mi ser, estar y padecer.


Podría repetir una y mil veces que me jodiste la vida,


pero ni si quiera eso lo supiste hacer bien;


porque por mucho que pueda, no te quiero.