Yo
Y de nuevo, otro fracaso…
Pero esta vez, he comprendido muchas cosas:
He comprendido
que no soy lo que quiero
ni quiero lo que soy.
He comprendido
que de mis propios pies nacen las zarzas
que me causan las heridas al andar.
He comprendido
que a pesar de un par de duros golpes
por parte de la vida,
puede que haya sido yo
quien ha imantado mi fortuna…
pues electrizando el aire con tanto pesimismo,
con mis ojos tan cargados de iones negativos,
es normal
que los cuervos se vieran atraídos.
He comprendido
que soy por tanto un perdedor,
porque prefiero echarle culpas
a las piedras cuando caigo,
cuando el problema está
en que siempre voy mirando atrás.
He comprendido, pues,
que a veces es la forma en que caminas,
y no el camino,
lo que te hace tropezar.
Pero lo peor es que sabiendo todo esto,
sigo aplastado bajo el peso de mí mismo;
pues no encuentro la manera de romper lazos con la luna…
No consigo reaccionar.
Ya sé que pocos gustan de leer
un poema tan lleno de imbecilidad y patetismo;
un poema que no trasmite confianza, seguridad ni esperanza,
o que no ofrece al lector
la cabeza de sus propios recuerdos
en bandeja de papel…
Pero necesito escribirlo,
porque estas sombras no se espantan
con un par de días en que todo salga bien,
ni con unas palmadas en la espalda,
ni aunque me digas a la cara
que espabile;
que soy un idiota, un llorón,
o un cobarde…
Lo asumo y entiendo todo ello:
la verdad ya no puede aceptar más sobornos
por parte de mi orgullo.
Mi único talento ha sido
mantenerme a flote
con los pies hundidos en cemento,
a costa de parasitar a quienes me quieren,
y buscar que me sigan soportando
para evitar que pase
lo que tiene que pasar.
Pero en fin, aquí sigo…
Tragando niebla negra.
Y silencio.
Sólo para ti.