domingo, 29 de junio de 2014

Te siento como pájaro en jaula
reteniendo cualquier oportunidad de
dejarme echar a volar en tu boca.
Boca de sábana
de desayuno a las tres de la tarde
de ojeras de ego
y sabor a orgullo
(a orgulloso sexo).

Y que el amanecer lo vean otros que
hayan dormido toda la noche,
que a mí me sobran sueños
y me falta realidad que convertir en tu espalda.

Permíteme sentirte en verso
y besarte las entrañas
que nosotros siempre hemos sido de llevarle la contraria al mundo
y que el mundo
nos pusiera en contra del más común de los sentidos.

Déjame beber de la espuma que
provoca la cerveza de tu barba.
Emborráchame del alcohol de tus heridas
que ya me encargo yo
de sanarte el corazón.

Corazón de acorde
bombeando melodía entre mis piernas
componiendo mis lunares
callando a punta de guitarra todo síntoma de placer
como si alguna vez hubieras respirado mi inocencia.

Broncéame la nostalgia
que el recuerdo
ya no olvida
si es contigo.

Cómo le cuento yo ahora a la almohada
que estoy en huelga de silencio
desde que no te escucho en mis gemidos.
Que me vuelvo Luna
con tus manos llenas
Y que las medias son para las naranjas
y a mí
nunca me ha gustado la fruta
si no es prohibida.

jueves, 26 de junio de 2014

Todos los días son disparo en mi cabeza.

Soy la enfermedad,
todos procurarán curarse de mí.
Todos los gilipollas se han enamorado
de la loca.
Y la locura no necesita ser amada,
quiere amar. Como una puta loca.

Besar las bocas pensando
en todas las que no está besando.
La única que quiere,
la que no apuesta un ala por
esa puta kamikaze.

          Esa de las espinas,
que nunca arranca una flor,
ahora mira como se destroza sus propios pétalos.

                                  Ella sola.

Ella sí que sabe volarlo todo por  los aires.
Su cabeza.
Y que redefinas tu forma de saber volar,
en su cabeza.

Porque todos los gilipollas
la esperan en una casa que jamás hará suya.
La maldita comodidad de los normales,
crear una familia sin un beso que les queme las entrañas.

La puta loca mirando las ventanas
que rompe,
mientras los besos no se dan
en un sillón de tristeza
dónde no follan los alegres.

Las lágrimas que derrama en su vientre
son las olas que aún no se la han llevado,
aunque lo desee constantemente,
en tu saliva.
En la que día tras día,
no la calmas.

Un jardín lleno de tus dedos,
su hospital de miradas
en una cornisa
donde mira caer a los suicidas
para no desear más estar muerta.

Y que suene la canción
que lleva cantando toda su mente,
mientras imagina
todas las historias
que haces al tiempo real.

Sus mentiras,
las que se creyó un día,
con las que jugaste,
a ser su verdad.

Su bala perdida,
buscando el arma
con la que llegar al fondo
y que vuele
sobre su tumba.

Que nadie vuelva a darla por viva
porque la vean sonreír.

A la loca,
la que un día creíste que no lo era.

Y que en sus ojos tristes,
aún queda una razón
para mirar las sonrisas
de su enfermedad;

                sus besos.

sábado, 21 de junio de 2014

Follarte el pasado y otras formas de decir adiós.






No me quedan silencios que decir,
ni portazos que dar.

Nunca he tenido valor porque siempre se lo quedaba el cobarde de al lado para no hacer nada.

Cuando decías 'todo' era 'nada' y acabó siendo muerte.
Contigo aprendí que rozar distancias es matar kilómetros y que la vida son dos caricias y una hostia continua.

Supe que contigo poner una lavadora servía para quitarnos la ropa,
quitar el polvo era echarnos todos los que nos faltaban,
y hacerte la comida significaba deshacerte entre mis manos.

Tú me enseñaste que querer olvidar es recordarte dos veces y que las cicatrices se curan con poemas y un poco de saliva entre las piernas;
mis canciones favoritas siguen siendo las mismas de antes de ti,
mi sonrisa ha destrozado las ganas de odiarte,
y yo me he convertido en la mariposa que habías ahogado.

Porque contigo aprendí que los amores que matan al final se acaban muriendo,
porque contigo descubrí que las mentiras tienen la polla muy caliente y la boca vacía de verdad.

Te encontré sin buscarte y te perdí sin quererte;
fuiste la lágrima que colmó mi vaso vacío,
planté flores muertas a tu olvido y las riego cada día mientras crezco.

El amor es una puta.
El amor es una putada que te desviste de valor, te acaricia los pies, te pone la miel en los labios, te susurra, te mete mano y acaba corriéndose en tu cara; se larga sin hacer ruido y no te llama.
Acabas enamorada del amor: ese que te hace creer para perder, el que te echa un polvo y se va, el que te destroza la ropa y te pone más triste que cachonda.
El amor es una puta;
como la vida.

Entendí que no hiciste nada porque te pudo todo,
que el mejor tatuaje es una cicatriz con un nombre,
y que el tiempo perdido es tiempo ganado para aprender que si me dejo llevar al final me encuentro a mí.

Quise por encima de todas las ganas que me quitaste,
fuiste la paz de mi guerra,
fuiste mi ser, estar y padecer.


Podría repetir una y mil veces que me jodiste la vida,


pero ni si quiera eso lo supiste hacer bien;


porque por mucho que pueda, no te quiero.




jueves, 19 de junio de 2014

01:58




A lo mejor debería empezar a preguntarme por qué no soy la chica a la que le cogerías la mano en un paso de cebra, la que presentarías a tus padres, la que te follarías en cualquier portal y cuidarías cada mañana en tu cocina. A la que prepararías lo único que sabes cocinar. La chica de la que hablarías a tus amigos y les dirías lo increíble que es. Aquella a la que mirarías como si fuera una niña, y amarías como a una mujer. Esa chica que te hace dudar de todo, porque ella es lo único que tienes claro. 








martes, 10 de junio de 2014






Yo a doscientos por hora y a oscuras, acelerando hacia el abismo, hacia ese punto que ambos creíamos imposible que llegásemos, tú, confiando en el seguro a todo riesgo, con el cinturón de seguridad desabrochado, riéndonos del miedo. Como quien no teme caer al fondo porque ya ha tragado demasiado techo. Viviendo por última vez y muriendo como nunca. Cediendo a lo inevitable, a lo que ambos negábamos un día. Y aquello fue el accidente más bonito y más trágico que podíamos haber vivido.









lunes, 2 de junio de 2014

Crónica de mi muerte anunciada.




Se va a acabar la vida y tú y yo sin terminar.
Va a nevar y tú y yo más calientes que el sol cuando se pone.
Nos van a escuchar todos los silencios que nos gritamos al mirarnos.
Te voy a preparar el desayuno para que me comas hasta las pestañas.
Vamos a volar sin salir de la cama; despertar sin dejar de soñar.

Te voy a llenar de fuegos artificiales la vida para señalarte el camino hasta mí.
Vamos a beber copas vacías de miedo, llenas de entereza.
Voy a pensar que no te vas nunca para quedarme siempre.
Vamos a desnudarnos con la mirada y temblar la mitad del tiempo de una vida entera.
Seremos inmortales por jugar con el corazón y vencer a la razón.

Tengo que robarme el ansia de ser sólo un instante para convertirnos en constante,
tengo que rasgar mi vestido de primavera porque quiero ser tu invierno,
tengo que convertirme en tu mariposa de garganta y estómago para naufragar en tu boca.

No voy a hablar de canciones porque bailar es redundar en lo obviedad de que sabemos girar y encontramos el equilibrio en una simple letra de Quique.
Tampoco voy a contarte lo del huracán que provocas en mí cuando me rozas las verdades enteras, sin medias mentiras.
No querrás saber que entre mi lencería puedes encontrar esa camiseta rota que te pones cada vez que terminamos de deshacer el desamor.

Empezamos la casa por el tejado y ahora vivimos en la azotea,
con unas vistas a tu cuerpo de puta madre;
y aquí, sentada en tu boca, a ver cómo te explico que quiero pasarme la vida en tu manera de quererme;

porque no sé cómo no imaginarte,
porque no sé cómo amanecer sin nosotros,
porque contigo la música no deja de soñar,
porque no sé cómo no echarte de menos cuando no estás dentro de mí.




Porque no sé cómo decirte que al final me voy a morir

de tanto amor.